
Una colección de libros, de los que la temática les da igual, pues de lo que se trata es de llenar ese espacio vacío tan feo que hay en el salón al lado de la tele. Luego los libros ni los han leído, ni los leen, ni tienen el más mínimo pensamiento de leerlos. Yo que soy un impertinente de los de cuidado, cuando no me queda más remedio que visitar esas viviendas donde se comete semejante atentado contra algo tan enriquecedor como los libros, suelo hacerles un montón de odiosas preguntas sobre los mismos, como por ejemplo ¿cual me recomendarías de todos estos? ¿tienes algún otro de este mismo autor? y similares.
La cara que ponen los moradores de la vivienda, es digna de ser inmortalizada mediante la cámara del móvil, aunque por respeto no lo haga. Algunos dirán o pensarán que eso mismo podría aplicarse en mi caso, pero son personas que ignoran, inventan y se equivocan: tengo el placer de haber leído y en algunos casos releído todos los libros que tengo en casa, a excepción quizá de la biblia. Único libro que reconozco aún no he sido capaz de leer del tirón. Y siendo sinceros, tampoco me he leído del tirón el diccionario, pues su función no es precisamente la de ser leído como si de una novela de Reverte se tratara. ¿Mi truco? Me dejo recomendar por los criterios de selección que me proponen los libros. Que de momento, están acertando con sus recomendaciones de lectura.
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